Datos recogidos en varios informes de aseguradoras en Europa vierten menos información positiva sobre su implicación en accidentes. En Dinamarca, tienen el 20% más de probabilidades de sufrir un percance y en Noruega, uno de cada dos sufrió un accidente en el primer año.
Hasta ahora, se estaba vendiendo la idea de que los coches eléctricos son más seguros que los de combustión, ya que cuentan con prestaciones que mejoran la seguridad vial. Pero podría tratarse de una afirmación no veraz o al menos, varios informes demuestran lo contrario. Lo que abre una vía para que los talleres de carrocería, a los que se lleva alertando de una reducción de trabajo con la llegada de la electrificación, no estén tan preocupados.
«Sus diferencias con los de combustión están en su mecánica, mientras que las carrocerías básicamente son iguales. Por tanto, la respuesta debería ser sí, pues aunque muchos de ellos utilizan materiales ligeros en sus estructuras, esto no significa que sean menos seguros, comienza el blog de CSS.
Según recoge el blog, los test de choque realizados por Euro NCAP en 2019 y 2021 han dado como resultado que ‘los mejores de la clase’ (los más seguros de cada año), han sido dos coches eléctricos (el Model 3 de Tesla y el Mercedes-EQ EQS). Sin embargo, varios informes realizados por aseguradoras europeas ofrecen datos menos positivos sobre su seguridad. De hecho, señalan que estos automóviles tienen más probabilidades de estar implicados en accidentes que los impulsados por motores de gasolina o diésel.
En este sentido, un diario danés reveló en 2020 los datos de los estudios de tres aseguradoras de su país, uno de los mercados europeos con mayores ventas de eléctricos. Los datos de estas aseguradoras destacaban que estos vehículos tienen el 20% más de probabilidades de estar involucrados en accidentes. En los modelos de Tesla, este porcentaje se dispararía al 50%. Sólo en los dos años anteriores, se habían registrado 1.500 accidentes con vehículos de esta marca en el país nórdico.
El blog continúa explicando que lo de Dinamarca no es un caso aislado. Los datos sobre siniestralidad en Noruega, otro mercado donde los eléctricos tienen un gran peso (en 2021 representaron el 64% de las matriculaciones), dicen que el 50% de los nuevos propietarios de estos vehículos tuvieron algún accidente o percance el primer año. Estos datos contrastan con las cifras de los conductores que se compraron un coche de combustión: durante los primeros doce meses, entre el 25 y el 30% sufrió un siniestro.
Otro estudio de una aseguradora europea señala que los coches de lujo y SUV eléctricos pueden tener el 40% más de probabilidades de causar accidentes que sus homólogos con motor térmico. Sin embargo, los números también sugieren que los eléctricos pequeños y micro son ligeramente menos propensos a sufrir accidentes que sus homólogos de combustión.
ZONA LOCALIZADA
Un nuevo informe de esta última aseguradora realizado en 2022 quiso comprobar si los eléctricos provocan más accidentes que los coches de combustión y si las consecuencias en cuanto a coste de reparación son más graves. La primera conclusión confirmó que los eléctricos no provocan más accidentes que los de combustión. Y por otro lado también revela que estos ocurren con mayor frecuencia al acelerar que al frenar y también al tomar una curva.
El estudio cita el ejemplo de un conductor de un Tesla que perdió el control al acelerar atravesando una rotonda, provocando daños significativos en el coche y poniendo de relieve su debilidad específica: los bajos. La mayoría de los eléctricos actuales emplean plataformas que reservan la parte baja para situar la batería. Esto permite que este componente pueda ser modular y que el fabricante pueda ofrecer diferentes opciones de capacidad en función de la variante que se elija del vehículo para sí configurar su gama.
Sin embargo, esta arquitectura da lugar a un problema de debilidad en esta zona de los eléctricos. Por eso, los fabricantes protegen los bajos con placas de titanio y sistemas que eviten todo lo posible que se dañe el componente más delicado y más caro que existe en un coche eléctrico.
El temor a dañar la batería en un accidente va más allá del deterioro que pueda sufrir en el momento del golpe. Sus consecuencias pueden ser mucho más graves. Por eso, la aseguradora también advierte que, tras un accidente, los vehículos deben ser ubicados y observados en zonas seguras y controladas porque los incendios pueden producirse incluso varios días después del impacto.
EXPLICACIÓN
La razón estaría en su funcionamiento. Los eléctricos entregan casi todo su par motor desde el inicio con lo que ganan velocidad rápidamente y desde muy bajas revoluciones, lo que significa que los conductores pueden ir más rápido de lo previsto.
De este modo, su fuerte aceleración sería un arma de doble filo. Así, aunque puede ser positiva por su gran capacidad de respuesta, no todos los conductores están capacitados para asumir ese gran poder de aceleración, sobre todo, si antes no han conducido un eléctrico.
Asimismo, otro motivo estaría en la ausencia de ruido al acelerar lo que ‘engaña’ al conductor. Esto, además, supone otro gran peligro en las ciudades, ya que los peatones no se percatan de la presencia o la llegada de un eléctrico. Precisamente, por esto, la Unión Europea ya estableció una normativa por la que los coches eléctricos emitan de forma obligatoria un sonido externo y artificial, al menos a bajas velocidades o en recorridos urbanos.
Los expertos señalan que los conductores que se estrenan con un eléctrico tienen que acostumbrarse, ya que hay una gran diferencia si se presiona el pedal del acelerador en un eléctrico respecto a un vehículo con motor de combustión, recoge CSS.
De hecho, los daños en la carrocería de los eléctricos se producen, sobre todo, en la parte delantera y los accidentes ocurren principalmente al arrancar y al detenerse. No obstante, según las estadísticas, el número de accidentes de eléctricos suelen disminuir después de unos ocho meses de aclimatación de su conductor.
FUENTE: INFOTALLER.TV